¿Por
qué mi hijo puede sostener la atención
con algunas tareas pero, con otras, parece que es incapaz?
En todos aquellos niños que experimentan
problemas de atención, y especialmente en aquellos que han sido diagnosticados
con Trastorno por Déficit de Atención (TDA),
es muy habitual que los padres observen ciertas conductas que son
difíciles de explicar puesto que responden a un patrón que aparentemente no
corresponde con las conductas habituales del niño. Si al niño le cuesta concentrarse
a la hora de realizar exámenes, atender en clase, hacer tareas escolares, etc.,
¿cómo se explica entonces que pueda concentrarse horas en un videojuego o con
el ordenador?
En primer lugar, es necesario
diferenciar la naturaleza de los dos tipos de tareas a los que nos estamos
refiriendo. En la televisión o el ordenador, y muy especialmente si nos
referimos a los videojuegos, los niños reciben una estimulación muy específica:
incomparable con ninguna otra por su nivel de intensidad y rapidez a nivel
sensorial (que consiguen captar su atención de manera casi artificial y sin
esfuerzo por su parte) y tremendamente significativa para ellos por cuanto tiene
de interesante (en la medida en la que responde directamente a los intereses
del niño).
En el caso de los videojuegos, además,
su propio diseño está pensado de tal modo que el niño se vea enfrentado a un
reto tras otro de manera constante, lo que supone un importante aliciente para
provocar ese “enganche” atencional que muchas veces observamos atónitos en
algunos niños.
Por otro lado, las tareas escolares,
tanto el estudio como los deberes, en cambio, precisan de un tipo de atención sostenida de la que el niño es el único responsable y para la que no recibe
ayudas externas; y además implican otros procesos cognitivos más complejos como
la planificación, la organización del tiempo, la identificación de objetivos y
la secuenciación de tareas ara su consecución, etc., procesos en los que experimentan demasiadas dificultades por su TDA.
A nivel atencional, además, las tareas
escolares implican una serie de capacidades aparentemente obvias y sencillas
pero efectivamente complejas, especialmente para un niño con Déficit de
Atención:
- la capacidad para filtrar e ignorar todo estímulo no relevante a la tarea (pero no necesariamente carente de interés para el niño, como los estímulos del ambiente, las distracciones…), y
- la capacidad para atender a los estímulos relevantes de la propia tarea.
En definitiva, las tareas escolares no
solo suponen una dificultad en sí misma para el niño con TDA sino que, además,
carecen de multitud de alicientes con los que sí cuentan otras actividades. En
un mundo en el que el desarrollo tecnológico está a la orden del día, las
actividades relacionadas con la escuela no implican habitualmente ningún tipo
de creatividad sino más bien un trabajo repetitivo de memorización o de copia
al estilo de un dictado. Lejos de despertar la atención del niño con problemas,
a menudo suponen una obligación nada motivante.
En un entorno tan cambiante como este en
el que vivimos desde hace ya algunos años, es necesario preguntarse si los
métodos de aprendizaje no se han quedado ya algo obsoletos y el potente
desarrollo de herramientas tecnológicas e internet no debería poder fomentarse
desde las escuelas de manera más astuta, vinculada a un aprendizaje más
activo por parte del estudiante, que despierte su curiosidad y premie la
búsqueda de conocimientos por encima del rendimiento en tareas de atención.
Escrito por Ana Villarrubia Mendiola: Psicóloga
Colegiada M-25022, especializada en Psicología Clínica y Máster en Psicología
de la Salud por la Universidad Autónoma de Madrid. Dirige el Gabinete
Psicológico 'Aprende a Escucharte'.
FUENTE:
http://blogs.periodistadigital.com
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