Si los genes fuesen un determinante
biológico con el que se escribe nuestro futuro, se haría improbable cualquier
reto al destino. En la investigación de las bases biológicas de los trastornos
mentales, por ejemplo, una pregunta fundamental es conocer cuánto influyen
dichos factores genéticos. Aunque existe evidencia de que la depresión, el
trastorno bipolar, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad
(TDAH) y la esquizofrenia tienen tendencia a distribuirse en forma familiar, el
preciso rol de los genes en estas condiciones y en otras enfermedades
psiquiátricas es todavía un tema de gran discusión científica.
Los genes son las unidades funcionales
del ADN y determinan la estructura de los productos celulares, principalmente
proteínas. Algunas veces los genes se alteran y generan mutaciones. Un ejemplo
de esto es el daltonismo o ceguera de los colores. En esta enfermedad, ligada
al cromosoma X, es defectuoso el gen que codifica las proteínas pigmentadas
responsables de la visión de los colores.
En las enfermedades mentales, sin
embargo, los genes conferirían susceptibilidad o predisposición, pero no serían
la causa directa de la enfermedad.
La epidemiología habla, entonces, de
factores de riesgo cuya presencia aumenta la posibilidad de que una persona
padezca una enfermedad. Esto indica que ha perdido fuerza una idea que
prevaleció por mucho tiempo de que habría un gen único anormal que podría
causar una enfermedad mental.
El factor genético no es suficiente para
explicar el desarrollo de las enfermedades psiquiátricas mas comunes tales como
depresión, los trastornos de ansiedad, el trastorno bipolar, TDAH y la
esquizofrenia. Aproximadamente el 1% de la población mundial estaría
determinada genéticamente a tener en algún momento de su vida algún rasgo
típico de esquizofrenia, pero esto no implica necesariamente que desarrollará
inevitablemente la forma completa de la enfermedad. La esquizofrenia es una
enfermedad que tiene múltiples causas y se produciría como un cruce del
componente genético, es decir, la predisposición a padecerla, y un componente
ambiental, que remite a las relaciones del sujeto con su entorno. Por ejemplo,
el nacimiento urbano aumenta el riesgo de esta enfermedad en forma lineal: una
persona que nació en una gran ciudad tiene 2,37 más chances de desarrollar la
enfermedad que una persona que nació en el campo. Esta compleja situación se
comprende en un modelo que integra los factores genéticos con los factores
ambientales, denominado modelo “Genes X Ambiente”.
El gen confiere predisposición, pero
para que la enfermedad se desarrolle debe interactuar con algún factor o
estresor ambiental.
El efecto del gen no sería producir
directamente la enfermedad, sino algún déficit intermedio que favorece el
desarrollo de la misma. Por otro lado, no se trataría de un solo gen, sino de
una serie de genes que interactuarían para conferir susceptibilidad a padecer
la enfermedad (la importancia de encontrar estos genes podría ayudar al
desarrollo de estrategias terapéuticas). Todo esto nos revela que existen
personas con riesgo genético para desarrollar una enfermedad psiquiátrica pero
que, a la vez, poseen mecanismos compensatorios ante factores ambientales que
logran evitarla.
Muchas veces, entonces, más que marchar
hacia un destino escrito, vamos conversando sobre el camino.(http://mistdahfavoritas.blogspot.com.es/)
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